
Por solo dos centímetros, motero hijo de puta no me has llevado por delante. Dos centímetros y el reflejo de apartarme levemente a la derecha permiten que pueda
cagarme en tu estampa y en tu puta calavera, motero hijo de puta. En la tuya y en la de todos vosotros. Si, todos esos gilipollas que
salís los domingos de Moto
Gp a
jugaros la vida y la de los demás con
tumbaditas, desfiles ruidosos y monos de cuero.
No has tenido cojones para pararte, si cojones. De esos de los que que seguro presumís cuando paráis a hacer gala de la técnica y osadía en la trazada. Por eso venias atravesado subiendo el puerto de Confrides, motero hijo de puta. Por que eres solo un montón de mierda seca, pegada a dos ruedas y más caballos de los que un imbécil como tu pueda manejar.
Mientras venias directo hacía mi, yo bajando y tu subiendo con la moto zigzagueando, sin control, en mi carril, solo he tenido tiempo de pensar que ya me había tocado otra vez. Como no ha desfilado toda mi vida por delante en milisegundos, ha debido ser que no era mi hora por tanto. Veníais varios pasándonos hacía tiempo, en trepidante rebaño y normalmente el más capullo suele ser el último, que como se rezaga, acaba arriesgando. No he podido verte la cara, con tu casco gris tapándola. No has tenido cojones de pararte a que te la partiera, motero hijo de puta. Espero que, como han resonado valle arriba, mis insultos, resuenen en tus oídos mucho tiempo, recordándote lo mierda que eres, sobre todo subido en una moto. Y espero que la próxima vez que pierdas el control, no haya nadie en tu trayectoria que pueda esquivarte por apenas dos centímetros y acabes contra la ladera, o despeñado. Y si te quedas postrado y paralítico, habrá un imbécil motero hijo de puta menos, que pueda perder el control. Si tienes hijos (espero que no hayas sido capaz de transmitir tus genes de motero hijo de puta) les servirá de ejemplo. No te dedico un segundo más. Pero te digo que solo me vais a sacar de la carretera con los pies por delante.

Por lo demás, pasado el susto, la indignación y sudada la mala sangre, al final han caído 155 km durisimos a la par que hermosos por la Sierra de Aitana, la Serrella, la Val de Ebo, Pego y próximidades. No debo volver a marcarme itinerarios sin prestar atención a las curvas de nivel de los lugares que no conozco. A falta de 25 km para llegar a casa, una Coca Cola y media Que Caña, me han sacado del estado pre-pajarón y he podido llegar... a pesar del motero hijo de puta.
La moraleja es que no se si estoy muy mal, por sufrir puntualmente en esa distancia a estas alturas, o por el contrario muy bien, por sobrevivir al recorrido con más de 3500 metros de desnivel acumulado. Habrá que seguir indagando. Tened mucho cuidado hay fuera.