
He sido finisher fragmentado, con cada uno de los muchos que lo habéis sido. Y con los que no lo habéis podido ser y con los que en el futuro, lo seréis.
Abrazos. He podido sentir lo que sentíais fundiéndome con muchos de vosotros en el primer abrazo, estrenando vuestra nueva condición. He podido ver vuestros ojos, henchidos de satisfacción y sentir el aroma a finisher, mezcla de extenuación y exaltación. He comprendido porque Kennet Gasque hace lo que hace recibiendo durante varias horas a cada triatleta que atraviesa el arco de meta. He recibido su mirada cómplice y con su sonrisa me ha dicho que sabe que puede estar tranquilo, tiene suplente si fuera necesario.
Brazadas. Así comienza el viaje, braceando. En pocos minutos, cientos de individuos confinados nerviosos y excitados sobre la arena volcánica, liberan las energías acumuladas durante meses de entrenamiento, en forma de una flecha humana que penetra las aguas del océano. Y en pocos minutos, la marea humana fluye suavemente entremezclándose con las aguas que han aguardado pacientemente un año, para acogerlos en su seno. Y la marea humana se estira y la flecha se alarga hasta convertirse en una hilera espumeante de brazadas. Y otra marea humana, se agolpa desde la orilla para observar el espectáculo anual en el que el mar engulle y regurgita más tarde, triatletas nerviosos y excitados.
Coraje. Coraje destilado de la convicción. Nubes de coraje se desprenden de los participantes e impregnan todo. Coraje que se eleva como una nube que el viento, incansable, fragmenta y esparce en jirones deshilachados arrastrados muy muy lejos.
Decepción. He topado con la decepción. La decepción inconsolable del abandono, de cuando no salen las cosas como se habían previsto. La decepción que te sume en la tristeza, que te arrebata la alegría de hacer lo que haces, de vivir como vives y te hace dudar, sobre el sentido de las cosas, de porque estas allí. Me he sentido impotente ante ella, sin saber que hacer, sin saber que decir, tan solo dejar que el paso del tiempo mitigue su efecto. Pero afortunadamente ha sido pasajera.
Esfuerzos. Solo multitudinarios esfuerzos hacen posible un acontecimiento así. El esfuerzo esforzado y extenuante del triatleta, el esfuerzo sacrificado del acompañante, el esfuerzo desinteresado del voluntario, el esfuerzo dedicado de la organización, el esfuerzo comunicativo de los medios, el esfuerzo sincero de toda una isla, son en definitiva, los motores del IM de Lanzarote.
Fuerzas. Sin fuerzas no hay esfuerzos. Fuerzas para bracear, pedalear y correr, para alentar, para asistir, para contar, para animar, para consolar, para solventar, para sentir, para emocionar, para socorrer, para competir, para compartir, para soñar, para terminar y quizás de nuevo, para volver a empezar. De todas ellas, los rincones de Lanzarote están repletos.
Gracias. Simplemente gracias por poder ser parte de todo esto. Por poder haberme sentido como si desde las entrañas de la carrera todo transcurriera. Gracias por encontrar las puertas abiertas, por poder ser un grano de arena más, en la inmensa montaña que se forma cada año a golpes de sol, viento, sal y lava.
Horas. Incontables, largas, sentidas e intensas. Largas horas luminosas claras y transparentes unas veces y densas y espesantes del tiempo otras. Muchas horas de cualquier manera. El IM es largo para todos pero como tarda en regresar, saboreas, desgranas y devoras con fruición, cada segundo.
Indignos. Pocos, tan solo algunos, pero indignos por valerse del esfuerzo ajeno. Indignos de ser nombrados, reconocidos y premiados. Ellos lo saben, en su conciencia se enquista haber profanado el verdadero espíritu de la prueba, el de la lucha en solitario rodeado de iguales. Que sea solo algo pasajero y sino que la carrera y los dioses de la lava, los borren de ella para siempre.
Juanje,Jesús y Jóse, son tan solo algunos nombres propios y sus historias personales de superación, rescatados de la marea de vivencias y sueños colectivos que conforman el IM. Historias de superación, de logro, de culminación. Hermosas historias que he podido vivir y compartir en directo. Historias personales que como otras, ha hecho un poco mías.
Kilos. ¿Cuantos kg pesa un IM? ¿Si en nuestro afán de medirlo todo cuantificáramos el peso de del IM de Lanzarote, cuantas toneladas suponen?. Mezclemos todos sus ingredientes: músculo, hueso, lava, asfalto, viento, agua, sal, bebidas energéticas, lonas, frutas, ilusión, carbono, neopreno, licras, vidrio, alimentos, cables, metales, sonidos, sueños, suero,ideas, propósitos, cremas, arena, hielo, refrescos, comidas, energia, etc. Es admirable asistir al ensamblaje y desemsamblaje del puzzle que supone el IM, a la transformación del entorno que se produce en tan solo unas horas. Toneladas de IM dispuestas, miles de kg de IM conformados en el espacio insular, esparcidos casi por completo. Fluyendo, transformándose, fluctuando, aparentemente desapareciendo a los pocos dias. aunque realmente solo enmascarándose hasta la siguiente edición, que sin duda, seguirá engordando y acumulando más y más kg de IM que de nuevo construirán al gigante.