jueves, 2 de abril de 2009

Construyendo en silencio

He sentido el calor de la piedra cincelada. De la piedra que fue conquistada, golpeada, trasladada y paralizada para albergar a los dioses. Hombres divinizados o deidades astronómicas, por igual se albergaron en moradas de piedra, arrancadas de su matriz a base de sangre, sudor y muchas vidas sacrificadas. Pirámides. He podido sentir el calor de la piedra en la cara, su rugosidad esculpida por el tiempo, en las yemas de los dedos. En Egipto. En la Riviera Maya. Es abrumador pensar en como fueron erigidas. Construir pirámides es una tarea ingente, inhumana y ancestral. Existen pocas estructuras más estables, perdurables y costosas.

Así estamos, construyendo pirámides, nuestra pirámide de entrenamiento que nos termine elevando a la cúspide. Es una tarea ingente, colosal, lenta y sacrificada. Más, cuanto más alta sea la cúspide a alcanzar. La base de la pirámide se construye muy despacio, para lograr que sea suficientemente sólida y soporte el peso que habrá de sostener. Piedra a piedra, escalón a escalón, nivel a nivel, peldaño a peldaño. Muchos días en silencio, en sordo esfuerzo. A diferencia de los hombres que construyeron aquellas pirámides consumidoras de vidas, nosotros somos libres para hacerlo, impulsados por nuestra energía interior, por la necesidad, por la búsqueda, o por lo que fuere que nos mueve a hacerlo, aunque no sin sacrificio ni esfuerzo.
Construye despacio, ensancha la base de tu pirámide y elévate cuando llegué el momento. Sólida. Cuando más grande sea tu base, más alto podrás llegar. Construye extenso y llegarás al cielo.

Así estuve, construyendo en silencio. He superado el impulso de callar, abrumado en la tarea, como algunos ilustres constructores de pirámides han hecho recientemente. Pero seguro que esa misma tarea, os devuelve pronto la Voz.
Para mi ha llegado la hora de gritar.

1 comentario:

julio salas dijo...

Me encanto este artículo y muy bueno tu blog!!! un saludo!!