jueves, 6 de septiembre de 2007

Crónicas desde el Centro del Universo: Tócala otra vez Sam

Tócala otra vez , Sam

Tócala otra vez y otra vez y otra vez, Sam.
No creo que sea posible cansarse de escuchar la melodía que suena en tu mente cada vez que cruzas la meta del IM de Lanzarote, flanqueado de tus hijos que como tú, han vivido un largo e intenso día.
Ni es fácil ni tiene mucho sentido explicar que sientes mientras la melodía suena, tan solo deseas seguir escuchándola durante mucho tiempo.

Dicen que un Ironman solo acaba realmente cuando empieza el siguiente. Que entre otras secuelas físicas y emocionales, deja sembrada la semilla del próximo hasta que las condiciones vitales del sujeto, permitan que germine. Que es en realidad un proceso, un acontecimiento permanente que transcurre continuamente, en el que no obstante, existen momentos señalados como pueden ser la salida o la llegada del día de la prueba. Por eso no se muy bien si escribo el “Epilogo de LZ06” o la “Introducción a LZ07”. Poco importa en realidad, pues bien sabéis que no termina y mucho menos, con la llegada a meta. Dura tanto tiempo.

Pero antes de ese momento especial del proceso Ironman que supone la llegada y que tanto significamos, existen millones de momentos tan o más importantes. Utilicemos recursos cinematográficos como el flashback, ese salto en el tiempo y saltemos a unos pocos segundos antes….



Descongela este momento capturado. Siente el calor del sol de la tarde canaria en tu cara, la brisa intensa del oeste que ondea estandartes, la tensión en tus manos a las que se agarran tus hijos, orgullosos de correr a tu lado. Escucha el jaleo de la gente, que aplaude y corea tu nombre, mitad admirados, mitad proyectados en tu esfuerzo. Suenan golpes neumáticos de ánimo de cientos de agitados globos alargados y música de fondo, estruendosa y melódica en un caos sonoro organizado, donde se acaba elevando tu nombre pronunciado por la voz metálica del speaker..
Siente como se desvanece la presión del asfalto que viene golpeando tus piernas desde tiempo inmemorial, como se diluye el dolor de los cuadriceps y como sientes que vuelas aun a pesar de tu paso cansino. Eres inmenso y en tu inmensidad, la luz del luminoso que indica el tiempo de carrera bajo el arco de meta, es como un faro en la noche que guía tus pasos. Sabes que aunque no quieres que acabe, por fin, te detendrás.

Siente el escalofrío que recorre tu espalda subiendo desde muy abajo hasta la nuca, siente como la voz se congela en la garganta y como esta a su vez, es oprimida de emoción profunda que desde el corazón se expande por el pecho. Siente la mandíbula prieta en una sonrisa-mueca, siente la alegría y la paz que se aproxima y que te inundarán bajo el arco de meta.

Tócala otra vez Sam.

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